Aprovechar el agua de lluvia, una tarea posible y necesaria
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Aprovechar el agua de lluvia, una tarea posible y necesaria
Académicos del ITESO invitan a repensar el uso del agua con soluciones ciudadanas y sostenibles.
Montserrat Muñoz
En lo que va de 2025, las lluvias en el Área Metropolitana de Guadalajara (AMG) ya superan al menos en 20 por ciento a las del temporal del año pasado, según información del Instituto de Astronomía y Meteorología de la Universidad de Guadalajara (UdeG). Evidencia de ello son las numerosas inundaciones que se han registrado.
Los gobiernos locales aún no han podido garantizar el derecho humano al agua, clasificado como tal desde 2010 por la Asamblea General de las Naciones Unidas. Para al menos 387 mil habitantes del AMG —según datos del Censo de Población y Vivienda, Jalisco 2020—, acceder al agua de forma segura y suficiente sigue siendo un reto, a pesar de que los temporales de lluvia son abundantes.
Frente a esta realidad, académicos del ITESO afirman que la recuperación y el uso del agua pluvial no es solo viable, sino necesario. Luis Ignacio Vanegas Espinosa, egresado de la Maestría en Proyectos y Edificación Sustentables del ITESO, y Óscar Castro Mercado, académico del Departamento del Hábitat y Desarrollo Urbano (DHDU), coinciden en que hay acciones que pueden realizarse desde un enfoque comunitario para el aprovechamiento del agua de lluvia.
“Guadalajara está ubicada en una región semiárida y, aun así, durante un buen temporal llueve de tres a cuatro veces más del agua que consumimos al año (es decir, más de 300 millones de metros cúbicos). Eso es un montón de agua”, señala Castro Mercado.
Vanegas Espinosa está al frente de la empresa 345 Ingeniería, que se dedica a instalar sistemas de captación de lluvia en hogares, escuelas e industria. El también profesor del DHDU explica que, con una inversión inicial de entre 14 y 16 mil pesos, es posible implementar sistemas de filtración y almacenamiento que permitan aprovechar el agua pluvial para usos cotidianos, como el baño, la limpieza del hogar o el riego.

Tras identificar bajantes, pendientes y canaletas, el sistema se instala en las azoteas del inmueble. Esto incluye un filtro separador de primeras lluvias, lo cual elimina entre 70 y 80 por ciento de los contaminantes en esos primeros escurrimientos. “El tanque funciona con una válvula sincronizada con los otros sistemas ya automatizados que tenemos; esta válvula se cierra y deja pasar el [líquido] más limpio hacia una cisterna o aljibe de almacenamiento”, explicó.
Luis Vanegas dice que el agua de lluvia tiene la calidad necesaria para uso cotidiano. Si bien no es apta para su consumo, sí lo es para lavarse los dientes, bañarse y lavar la ropa, entre otros.
Aunque los sistemas pueden adaptarse a casas ya construidas, recomienda incorporarlos desde la etapa de obra, cuando es más sencillo integrar canaletas, válvulas o superficies de captación adecuadas.
Ambos especialistas coinciden en que, más allá de lo técnico, lo que frena estas soluciones es la cultura urbana de dependencia hacia los grandes sistemas de abastecimiento.
“Como usuarios, estamos acostumbrados y hasta exigimos que, si abrimos las llaves, haya agua y que sea limpia. Tenemos ese bagaje de décadas de buscar que el problema del agua se resuelva con macroproyectos, cuando a la par deberíamos aprovechar todo lo que ya llueve en la ciudad”, considera Vanegas Espinosa.
Para Castro Mercado, la recolección del agua de lluvia empata la visión que tiene el ITESO de la sustentabilidad. “La viabilidad de la conservación y la evolución de un ecosistema depende mucho del agua. Ahora, la mayor parte de la humanidad se ubica en ciudades. El reto es cómo convivimos y aprovechamos esos bienes sin poner en riesgo la vida y el derecho que tienen otras generaciones a tener acceso ellos. Esa es la cadena que liga al ITESO con el tema del agua, del aire, de los ecosistemas y la ciudad”, mencionó.

Desde la academia, Óscar Castro ha insistido en impulsar una mirada crítica e integral sobre la gestión del agua, ya que, a su parecer, un enfoque meramente técnico no basta para resolver los pendientes en la materia: también es necesaria la comprensión social y ecológica del recurso.
“Necesitamos apoyarnos en otras visiones y formaciones (para pensar en soluciones). Debemos de formar a estudiantes de otras ingenierías y licenciaturas, no solo a las que tradicionalmente se involucran con temas de gestión de agua”, añade el también coordinador del Seminario Permanente en Estudios del Agua (SEA) del ITESO.
Por ello, el académico considera necesario asumir una visión que permita entender el ciclo hidrosocial, a fin de que cada persona reconozca su papel en él y entienda el impacto de sus acciones.
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