Un llamado a cultivar la soberanía alimentaria
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Un llamado a cultivar la soberanía alimentaria
El ITESO fue sede del Tercer Encuentro Nacional de Redes Alimentarias Alternativas, que reunió a productores, académicos y activistas de distintos estados del país para dialogar sobre la importancia de consumir alimentos locales, cultivados bajo principios de sostenibilidad ecológica y economía solidaria.
Diana Alonso
Consumir es un acto político, incluso cuando se trata de comida. Cuando elegimos un alimento también respaldamos la forma en la que se produce, se procesa, se distribuye y se comercializa. La posibilidad de elegir y tener algo qué comer son privilegios. Que estos derechos básicos sean concebidos como tal, evidencia “un sistema agroalimentario global marcado por la concentración, el despojo y la desigualdad”, describió Efraín Jiménez, director de Centro Universitario de Incidencia Social (Coincide).
Frente a esta realidad, el ITESO fue sede del Tercer Encuentro Nacional de Redes Alimentarias Alternativas en el que se reflexionó sobre la importancia generar y consumir alimentos de forma sostenible. “Este encuentro es la expresión viva de un movimiento que pone al centro la tierra, los territorios, las relaciones comunitarias y los cuidados”, añadió Jiménez, quien estuvo acompañado por Rebeca Acevez, directora del Centro Interdisciplinario para la Formación y la Vinculación Social (Cifovis), y David Fernández, SJ, ex rector del ITESO, en la inauguración de la jornada.
El encuentro fue organizado por la Red de Economía Alternativa y Solidaria (REAS), las Redes Alimentarias Alternativas de México (RAA) y el proyecto Redes Alimentarias Alternativas en la Región Occidente (Realt), en colaboración con Coincide, Cifovis y el Departamento de Psicología, Educación y Salud (DPES).
Soberanía alimentaria, un acto de resistencia
El encuentro comenzó con el panel “Tejiendo redes para la soberanía alimentaria: experiencias desde lo local”, que reunió a tres expertos que dialogaron sobre la agroecología y la economía solidaria como resistencia al modelo agroindustrial: Laura Collin, investigadora del Colegio de Tlaxcala; Miguel Escalona, profesor de la Universidad Veracruzana, y Blanca Arellano, agroecóloga de la Red de Alternativas Sustentables Agropecuarias (RASA).
Estas redes son sistemas impulsados por la sociedad civil, integrados por agricultores, distribuidores, consumidores y otros actores comunitarios que, con base en los principios de la sostenibilidad y solidaridad, impulsan formas de producción y comercialización más justas, locales y respetuosas con el medio ambiente.
“Este movimiento tiene una recuperación del territorio frente a un avance monstruoso de los sistemas agroindustriales”, dijo Collin, quien habló sobre la necesidad de construir una nueva economía con una perspectiva más humana. También advirtió sobre los riesgos de cooptación por parte del mercado y del Estado, y llamó a mantener la autonomía de las redes.

Arellano señaló que consumir alimentos de origen local disminuye el impacto ambiental, ya que reduce las distancias de transporte y permite establecer lazos de confianza entre productores y consumidores. “Los alimentos limpios y confiables provienen generalmente de una agricultura familiar, pequeña y de supervivencia, que merece un reconocimiento para estimular una reflexión colectiva”, dijo.

“Estamos hablando de personas, no de mercancías”, dijo Escalona, quien mencionó que estamos en manos de las grandes corporaciones que acaparan el mercado, las cuales producen alimentos con métodos que dañan el medio ambiente y la salud de las personas.

El encuentro, que buscó fortalecer los procesos locales, reunió a más de 50 representantes de estados como Baja California, Ciudad de México, Colima, Estado de México, Michoacán, Nuevo León, Puebla, Querétaro, San Luis Potosí, Tlaxcala y Veracruz.
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